Uriel,
el personaje interpretado por Jorge Drexler, es un hombre divorciado,
con dos hijas, que decide someterse a una vasectomía, para poder
acabar con sus miedos, a la hora de aumentar la familia, que miente
de manera compulsiva y que, en sus ratos libres, le gusta jugar al
póquer en el casino. "Me
parecía interesante arrancar con una castración autoconsciente,
quiere circuncidar su corazón, su alma",
ha explicado el director que logró sorprender al mundo con El abrazo
partido -que logró el premio
especial del jurado y Oso de Plata al mejor actor en la Berlinale de
2004—
y que, desde ese momento, ha decidido seguir profundizando en los
lazos familiares y en la suave influencia, que ha tenido la cultura
judía, en este tema. Ahora, con la llegada de la crisis de los 40,
el director busca retratar al hombre "en
ese punto en el que ha vivido muchas experiencias esenciales y ha
fracasado en muchas de ellas, pero todavía puede volver a hacerlo de
vuelta y está a tiempo de volver a fracasar (...)Es ese punto en el
que el
miedo y el deseo están empatados".
Para lograr esto, el director ha creado una metáfora, que ya se
encuentra en el título de la cinta, en los tapices de las mesas de
un casino. "El juego es un simulacro de la vida, pues uno
va a un ámbito voluntario y es recibido por el azar, pero va con la
intención de dominarlo, de dominar su destino”
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